La siguiente narración de 1911, nos cuenta de la mano del corresponsal de la revista Sherlock Holmes de Buenos Aires, la experiencia vivida junto a un grupo de periodistas invitados a conocer el inicio del Club Hotel Sierra de la Ventana. Un relato por demás relevante e histórico, donde se evidencia a través de las ilustres figuras nacionales que asistieron, el visionario sueño de un futuro de grandeza turística para nuestra Comarca.
El jueves 20 del corriente se verificó la inauguración oficial del “Club Hotel Sierra de la Ventana”, la soberbia estación veraniega de montaña del cual nos ocupamos en nuestro número 29 de agosto último con motivo de una excursión que hizo a tan pintoresco paraje un grupo de periodistas que fueron invitados en aquel entonces a una visita del nuevo edificio por el señor Norberto Láinez, secretario del director de la Sociedad Anónima propietaria de las tierras y del Hotel.
El edificio que visitamos entonces, acabado recién de construir se halla ahora en pleno funcionamiento. Está amueblado, provisto de todo su personal de servidumbre y se halla casi lleno de veraneantes, a pesar de que la estación se encuentra en sus comienzos.
En tren Expreso, puesto a disposición de los invitados por la empresa del Ferrocarril del Sud, salieron de constitución el miércoles a las 10 de la noche, las siguientes personas que habían sido invitadas especialmente por el señor Samuel Hale Pearson, presidente del directorio de la Compañía de Tierras y Hoteles de Sierra de la Ventana: Doctor José Tomás Sojo, Ministro de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires, que iba en representación del Gobernador Arias, ingenieros Keidel y Hermitte, en representación del Ministro de Obras Públicas de la Nación, Senador Isaías Mendiburu, arquitecto R. Mallet, señores Rodolfo Funke, Eduardo Castex, Tomás Gregory, Jefe del tráfico del ferrocarril del sud, Alberto Chovet, Víctor Negri, V. Peralta Alvear, Rodolfo de Puga, Eduardo Naón, doctores R Honeyard, Alejandro Gowland, el señor H. Trigy, Superintendente de confiterías del Ferrocarril del Sur, y algunos otros más formando un total de 32 pasajeros.
El tren llegó a la estación Sauce Grande a esos de las 9 de la mañana, después de haber hecho el trayecto a razón de un kilómetro por hora (según narra la crónica original). En la estación esperaban varios automóviles con capacidad suficiente para conducir a toda la comisión hasta el hotel. Ocupados los automóviles, se dio la señal de marcha y 20 minutos después se detenían en la terraza delantera del Hotel.
Un rato se destinó a visitar las dependencias del grandioso edificio y después, mientras se esperaba la hora del almuerzo, los viajeros se entregaron a la conversación en la amplia galería del hotel donde corría una brisa fresca y agradable.
El almuerzo fue excelente, servido tal y como puede ser en el mejor restaurante, no ya de Buenos Aires, sino de Europa, y se vio amenizado por un interesante programa musical ejecutado por el sexteto que dirige el maestro Vicente Abad y que se hizo aplaudir por su buen conjunto.
Cuando llegó la hora de los discursos, y aun cuando se había dicho que la oratoria no formaría parte del programa de la excursión, el señor Samuel Hale Pearson tuvo que pronunciar algunas palabras agradeciendo a los invitados su asistencia a la fiesta y haciendo constar su satisfacción por haber podido llevar los trabajos de la Compañía, hasta el punto en que se hallan hoy. El señor Eduardo Castex habló después, y su discurso tuvo por objeto dejar constancia de que todo el enorme trabajo llevado a cabo por la Compañía, se había hecho sin tropiezos, gracias a la actividad, al talento y a la dedicación del señor Norberto Láinez, a quien había estado confiada la dirección de los trabajos. El último discurso fue del señor Norberto Láinez, quien agradeció los términos del discurso del señor Castex y manifestó que cuanto había hecho, si algún mérito tenía, era el de haber interpretado lo mejor posible las ideas de su padre don Manuel Láinez, autor de la idea del hotel y de la estación veraniega en Sierra de la Ventana.
Después del almuerzo se hizo una excursión en automóvil por los alrededores llegando hasta la «Estancia Las Vertientes” de Don Manuel Láinez, de la cual se visitó el bosque y el arroyo, bebiéndose luego una copa de champagne, que fue el “coup de petrier”, pues volviendo a los automóviles, se encaminaron los invitados a la estación.
El estado de los caminos era tan bueno, que se salvó la distancia de unos 30 kilómetros en menos de tres cuartos de hora.
El tren salió de Sauce Grande a las 7 de la tarde. En Príngles, se detuvo una hora sirviéndose la comida en el tren parado.
A las siete y media de la mañana del viernes, llegaba el tren a Constitución y se despedían los viajeros del señor Pearson y el señor Láinez, encantados del viaje ameno y agradable que habían realizado sin un tropiezo y sin una dificultad.
Revista Sherlock Holmes de Buenos Aires, 26 de diciembre de 1911.
Esta crónica que rescato y les comparto desde Sierrasdelaventana.com.ar no solo lo hago con el fin de ser conocida por miles de turistas, sino también por nuestra propia comunidad y prestadores de servicios turísticos, esperando despertar ese sentido de pertenencia, de una riqueza historia sin precedentes heredada de figuras de relevancia nacional, que en sus tiempos supieron avizorar con su gran apuesta a la construcción de este fastuoso hotel en la actual localidad de Villa Ventana, un rumbo claro de grandeza turística y oportunidad de crecimiento en nuestras sierras. Honremos su legado, y hagamos realidad sus sueños.
Por último, permíteme recordarte que si planeas visitarnos, no cometas el error de reservar tu alojamiento a través de las redes sociales, donde puedas ser víctima de las múltiples estafas, ni pagar mas a través de los populares sitios de reservas online. En nuestra web, encontrarás un completo índice de establecimientos y cabañas, desde el cual contactarse directamente con sus dueños o administradores.
Sergio Marto
Director del Portal de Turismo y Cultura
info@sierrasdelaventana.com.ar
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Tuve la oportunidad de conocer la Villa este año, nos pareció un lugar hermoso para descansar y con muy buen potencial para el turismo
Amo Sierra de la Ventana, mi familia, oriunda de esa zona, me inculcó la pasión y el amor por este lugar maravilloso, me emociona cada dato, cada mención del nombre me trae un recuerdo hermoso, soy socio casi vitalicio del club de golf, y mi querida tía Anita tiene el número de teléfono 915 000 el primero del Sierra.
Quiero agradecer la divulgación de tan preciados recuerdos y pedirles modestamente que lo sigan haciendo para mantener vivos los ángeles que supieron hacer de este lugar un paraíso lleno de una mística única que perdurará por siempre! Gracias, gracias, gracias!!!
Buenísimo la reproducción de la nota, recuerdo haber pernoctado en el hotel cuando lo tuvo la Congregación Salesiana, y lamenté la destrucción que le hicieron cuando lo estaban restaurando, hoy es irrecuperable. Gracias por el recuerdo. Soy de la zona que está teniendo un éxito turístico.
Amo TODA esa zona!! Incluyendo Tornquist!! Felicitaciones por el artículo TAN interesante!! Una inquietud: tengo entendido que, para la inauguración, la comida, mozos, maitre, era del Plaza Hotel, propiedad de Ernesto Tornquist
20 minutos para llegar de la Estación Sauce Grande al Club Hotel en Vehículo en el 1911 ?! Será?
Así es como lo narró el periodista, literal.
Y… unos 20km, andaban rapidito los autos por aquel entonces… Bueno, a favor que no había el tránsito de hoy, tampoco eran éstas rutas, todo ripio… El ferrocarril mucho no mejoró, por el contrario, si salieron de Constitución a las 22h y llegaron a Sierra a las 9 am, fantástico. Hoy día ha llegado a tardar 19h de Constitución a Olavarría…