Cada 28 de junio se celebra el Día Mundial del Árbol, una fecha que invita a reflexionar sobre el valor de los árboles en los ecosistemas y en nuestras vidas. En el caso de las Sierras de la Ventana, esta conmemoración nos ofrece la oportunidad de mirar hacia las especies arbóreas autóctonas, que si bien son escasas en este sistema serrano, representan una parte fundamental del equilibrio natural y de la identidad ecológica de la región.
A diferencia de otros ambientes boscosos, el paisaje serrano del sudoeste bonaerense se caracteriza por sus pastizales pampeanos serranos, y su flora y fauna adaptada a condiciones de altura. En este entorno, los árboles nativos han evolucionado de manera resiliente, encontrando su lugar principalmente en quebradas, márgenes de arroyos y sectores reparados.
El Sauce Criollo o Sauce Colorado, de nombre científico Salix humboldtiana, es la especie más representativa y reconocible. Este árbol acompaña los cursos de agua como el Río Sauce Grande, contribuyendo a evitar la erosión, y ofreciendo sombra y hábitat a numerosas especies de aves, insectos y pequeños mamíferos. A su lado, aunque mucho menos frecuentes, se registran otras especies nativas como el Molle (Schinus fasciculatus) y el Espinillo (Vachellia caven), presentes en zonas más cálidas y bajas del sistema. Estas especies, de menor porte, también cumplen funciones ecológicas esenciales como la fijación de nitrógeno y la provisión de alimento y refugio para la fauna local.
Hoy, estas especies autóctonas enfrentan una amenaza creciente: la expansión descontrolada de especies arbóreas exóticas como los pinos, eucaliptos y álamos, introducidas en gran parte del paisaje serrano, sobre todo con fines ornamentales. Este proceso de forestación artificial, que en algunos casos ha trepado por encima de los 700 metros de altura, afecta gravemente a las comunidades vegetales y animales nativas, como el Pino Plateado (Yanten) o la Iguana de Cobre, desplazando pastizales únicos y modificando el microclima y la disponibilidad de recursos.


En las áreas más elevadas, donde la biodiversidad serrana alcanza su máxima expresión, esta presión ecológica puede ser devastadora. Por eso, reconocer y proteger a los árboles nativos no es un gesto simbólico, sino un acto de compromiso real con la conservación.
En el Día del Árbol, celebrar la existencia del Sauce Criollo, del Molle y del Espinillo es también celebrar la memoria natural de estas sierras. Es una oportunidad para restaurar lo propio, plantar lo nativo y recuperar el vínculo con un paisaje que, aún con su modestia arbórea, guarda una riqueza biológica invaluable. Sembrar conciencia es tan necesario como sembrar árboles, especialmente cuando se trata de volver a darle espacio a lo que siempre estuvo, pero que supimos olvidar.
¿Y cual es tu árbol favorito? déjanos mencionado en «comentarios» abajo del artículo.

Sergio Marto
Director del Portal de Turismo y Cultura
info@sierrasdelaventana.com.ar
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