Todo aquel que conoce la historia de Sierra de la Ventana sabe que estuvo marcada desde sus inicios por sus cualidades para el tratamiento de enfermedades respiratorias, y prueba de ello es encontrar sobre las rocas de las sierras un liquen arborescente, auténtico biomonitor y biomarcador de la contaminación atmosférica, garantizando la pureza del aire que inhalamos.

Conocido vulgarmente como Barba de Piedra (Usnea Densirostra), este liquen saxícola que es en realidad una simbiosis entre un alga y un hongo, tiene la particularidad de ser muy sensible a la contaminación del aire, especialmente al dióxido de azufre. En malas condiciones crecen muy poco, no más de pocos milímetros en total, si logra sobrevivir.

En nuestras sierras crece varios centímetros de alto y es muy fácil de encontrarlo adherido a las rocas, dando testimonio de una auténtica pureza libre de toda polución.

Pero las virtudes de este organismo se extienden mucho más allá de lo que comúnmente el turista y hasta muchos lugareños llegan a saber de él, ya que además cuenta con poderosas cualidades medicinales, aprovechadas incluso por los pueblos originarios para combatir enfermedades venéreas.

Incluso se cree que su ácido úsnico es un potente antibiótico y agente antimicótico, por lo cual es muy común que se emplee para combatir llagas en la garganta y afecciones bucales. También se lo utiliza en enfermedades de riñón, vejiga, infecciones urinarias, como cicatrizante para heridas, y para tratar verrugas. Con la aplicación de cataplasmas hechas con la planta triturada, dicen que desaparecen los espasmos y el dolor de muelas.

Ya en 1882, Jorge Hieronymus (botánico alemán) escribía respecto a la Barba de Piedra, sobre que se le administraba a las niñas con clorosis, una forma de anemia caracterizada por provocar un tinte verdoso en la piel de las personas.

Personalmente la he utilizado en más de una oportunidad para tratarme con gárgaras de agua tibia o directamente mezclada con la yerba en el mate, cuando aparecen esas molestas infecciones bucofaríngeas, con excelentes resultados.

Esta variedad de liquen no es la única sensible a la calidad del aire ni un caso destacable aislado en nuestra región, ya que las elevaciones de los cerros que superan los 700 metros de altura y alcanzan hasta los 1240 metros, atesoran en esa franja de altitud un enorme abanico herbario y en muchos casos endémico, con multiplicidad de plantas medicinales.

Y para finalizar en referencia al primer párrafo sobre nuestra historia, contarte que Don Felix Muñoz, un reconocido especialista en enfermedades respiratorias de principios del siglo pasado, reconoció a las Sierras de la Ventana como el lugar ideal para la instalación de una clínica para tratamientos con las inigualables bondades del aire serrano, lo que derivo luego en la titánica construcción del Club Hotel de la Ventana al pie de las Sierras, en las cercanías de la actual Villa Ventana.

Sergio Norberto Marto
Director del Portal de Turismo y Cultura Sierras de la Ventana
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