El sapito de la sierras es un anfibio que pertenece a la familia Bufonidae (la misma del sapo común) y al género Melanophryniscus (que son los sapos sudamericanos de panza roja).

Es una especie única que habita en todo el cordón serrano de Sierra de la Ventana y se reproduce en primavera y verano después de lluvias intensas. Esto sucede en charcos temporarios que se forman en los valles y laderas de los cerros.

Los machos y las hembras son de tamaño muy pequeño, miden menos de 3 cm de longitud de la cabeza a la cloaca. Tienen el dorso de color negro, muchas veces salpicado con manchas amarillas. En el vientre presentan manchas amarillas, rojas y/o anaranjadas de distintas formas y tamaños.

Tienen las plantas de las patas rojas y una gran mancha del mismo color en la parte baja del abdomen que utilizan frente a los depredadores cuando se sienten amenazados.

Para ello, arquean el dorso en forma cóncava y se quedan inmóviles mostrando las palmas de sus patas hacia arriba. La disposición, forma, tamaño y color de las manchas son útiles para quienes estudian a estos animales (se llaman herpetólogos) porque permiten su identificación individual.

El patrón de coloración de cada individuo es único y se puede considerar análogo a las huellas digitales de las personas.

El canto del Sapito de las Sierras de la Ventana

Sólo el macho canta, y lo hace para atraer a la hembra con un sonido parecido a “tic tic tic trrrrrrrrrrrrrrrrrr”. El canto también tiene un mensaje territorial y es usado para alejar a otros machos del sitio reproductivo. Cuando la hembra responde al llamado del macho, éste la abraza por las axilas en el borde del agua (este abrazo se llama amplexo).

Entonces mientras la hembra ponen sus óvulos, el macho los fertiliza y lo pega a las piedras en el fondo de los charcos. Luego de un par de días nacen las larvas (más conocidas como renacuajos) que se alimentan básicamente de algas.

Deberán pasar por muchos cambios hasta convertirse en sapitos pequeños (de apenas 5 mm.), sin manchas aún y sin capacidad para reproducirse. La vida del renacuajo es muy corta comparada con la del sapo, mientras que la larva tarda aproximadamente un mes en desarrollarse, el adulto puede vivir más de seis años.

Algunos de los problemas que enfrenta el sapito de las sierras incluyen la división de su hábitat reproductivo por rutas y caminos y la recolección de adultos para el uso como mascotas.

Como ya se dijo, se trata de una especie única y su supervivencia depende de que cuidemos los ambientes en los que vive y evitemos su captura.

En el grupo GEKKO – Grupo de Estudios en Conservación y Manejo de la Universidad Nacional del Sur  se investiga desde el año 1999 sobre la historia de vida del sapito de las sierras y se trabaja en forma activa para su conservación.

En el pastizal de las sierras está el refugio donde descubrir nuestros animales únicos.

Gracias: Lic. Samanta Cairo – Grupo Gekko, U.N.S.

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